No lo sabes todo y por ello no dejas de ser la mejor mamá del mundo
Voy a compartir una experiencia muy importante de mi vida como madre, me gustaría en un futuro que muchas madres se animaran y compartieran experiencias que aporten a otras madres.
Cuando cumplí mis 46 años mi hija mayor me regaló una tarjeta en la que me escribió un poema. A muchas madres esto les puede resultar normal y nada trascendente, pero yo pasaba una etapa en la que arrastraba una duda tremenda, sobre todo en los resultados de mi trabajo como madre.
Cuando tienes adolescentes te encuentras muchos momentos en los que no sabes por que lado tirar. Pero es precisamente en estos momentos cuando realmente tienes que tener muy claro lo que realmente es bueno para tus hijos y lo que no y pese a todo, enfocarte en tu meta y tirar para adelante.
No creo que sea casualidad, pero fue justo entonces cuando me llega esta tarjeta de mi hija que me alienta, me reconforta y afirma en que todo está bien, pese a nosotros mismos.
“Aunque muchas veces discutimos, siempre te querré, hasta el final.
Eres la mejor madre del mundo. Gracias por todo y aunque creas que no lo valoro lo que haces lo valoro mucho.
Te quiero hasta el infinito. Tu hija”…
Fuerte como la roca
y pura como el cristal,
sinónimo de entereza,
siempre lucha por su hogar.
Con tu brillo iluminas
el lugar donde estás,
eres bella y perfecta,
cariñosa por demás.